miércoles, 1 de diciembre de 2010

El efecto óptico de la ilusión

La entrada de hoy, a pesar de venir firmada por El Bigote de Preciado, es del autor de http://segundoanfiteatro.wordpress.com/.

Corría el año 2009 (los madridistas preferimos utilizar esta fecha como si fuera una pasado muy lejano) cuando el Barcelona se presentaba en el estadio Santiago Bernabéu como un equipo entusiasmado con capacidad para maravillar, frente a un Real Madrid que se presentaba al clásico como un conjunto entusiasmado, con capacidad para sonrojarse a si mismo (aquella noche en Liverpool da cuenta de ello). Sabemos lo que pasó, la maravilla futbolística del Barcelona sonrojó a la incompetencia táctica del Madrid, 2-6, y humillación para la parroquia merengue.

Una temporada más tarde, Florentino regresó del exilio de Mallorca, volvió a la presidencia del Madrid, e hizo audacia de su poder empresarial, créditos bancarios frente a la masia culé. Cristiano, Kaká y Benzema para intentar romper un bloque irrompible, fracasó.

Este año ha llegado Mourinho, la única persona que fue capaz de romper ese bloque a base de cañonazos irrisorios para el fútbol, todo vale. El técnico portugués ha hecho del Madrid un equipo compacto y directo, que hace del contragolpe un método efectivo y a la vez gratificante para la afición madridista.

Un equipo invicto con la mayor ilusión posible se presentaba en casa de la realidad, 5-0, la única diferencia con respecto al año anterior (aparte del desembolso de Florentino) es, que ayer, el Madrid (tanto equipo como afición) se presentaba en el campo con la convicción de poder ganar; no lo hizo, puede que todo ello sea producto del efecto óptico de la ilusión.

1 comentario:

  1. Bueno, tiene razón el señor Pedro en este artículo. Pero yo opino una cosa, y es que el resultado del Camp Nou podría haber sido distinto si Mou no hubiese hecho lo que hizo. Sacó al turco para no decepcionar, pero sabía que tendría que echar mano de un tercero más defensivo. Sacó a Lass, demasiado tarde.

    No creo que sea producto de la ilusión, sino más bien confianza (mal invertida) en un entrenador y unos jugadores que decepcionaron. ¿La ilusión? La dejamos para el Bernabeu.

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