sábado, 30 de octubre de 2010

El uruguayo de las botas doradas


No es la primera vez que ocurre. Los killers, delanteros centro con el gol en la sangre, son una especie curiosa. Suelen ser jugadores que, al contrario de lo que le sucede al resto de los miembros de su equipo, bajan las pulsaciones dentro del área. Cuando realmente están nerviosos son en zonas del campo intermedias, con muchos metros por delante hasta la portería. Cuando un killer no marca, es un jugador “lastre”. Al menos se le exige entrega y compromiso, sudar la camiseta, pero eso es algo que viene innato en la profesión de futbolista (o al menos debería venir).

Diego Forlán nació en Montevideo hace 31 años. Es un ejemplo como persona y no se puede dudar de su dedicación y entrega en el campo. Nadie le puede exigir que sienta los colores de un equipo que está a casi 10.000 kilómetros de donde nació. Él es un ganador nato, un futbolista en su máxima expresión, es decir, un trabajador del mundo del fútbol, un gran profesional. No pidan que bese escudos de equipos, él no es de esos.

Forlán parece triste, enrabietado con aquellos que le critican y muestra en ocasiones esa “ansiedad” que le achacan. El único problema está en la exigencia de la inmediatez por parte del público. Él y ellos necesitan que marque, y que lo haga ya; ellos dudan de su calidad cuando no anota y él se enfada cuando nota esa falta de confianza. No creo que las críticas al charrúa estén justificadas. Necesita un descanso para volver con más fuerza, aunque él cree que volverá a estar forma en cuanto anote. Quizá anote cuando vuelva a estar en forma, como piensa Quique.
Esta semana tiene una nueva oportunidad para demostrar a sus críticos lo mucho que se equivocan dudando del 2 veces Bota de Oro.

viernes, 22 de octubre de 2010

El aroma de un gran jugador

El municipio de Conegliano, en la provincia de Treviso, es famoso por el Prosecco, un vino blanco seco con tres variedades: tranquillo, frizzante y spumante. También se encuentra en Conegliano la Escuela Enológica “G. B. Cerletti”. Sólo esta región de 35.000 habitantes con tan profunda tradición vinícola sería capaz de dar a uno de los mejores trequartistas de las últimas décadas, un hombre que con el paso de los años no ha perdido ni un ápice de su clase, un jugador comprometido con su causa y con su equipo. Este jugador ha marcado 199 goles entre la Serie A y la Serie B, ha jugado 91 partidos con la elástica azurri (27 goles) y casi 650 con un club que apostó por él tras haber jugado 2 temporadas con el Calcio Padova en la Serie B.

Su currículum es envidiable: Trofeo Bravo al mejor jugador joven en 1996, Futbolista del Año en Italia 2 años más tarde, Capocannonieri en 2007 y Futbolista Italiano del Año en la Serie A en 2008. A nivel de clubes, siempre con la elástica blanquinegra, 5 Scudettos, 1 Copa de Italia, 1 Champions (95/96), 1 Copa Intercontinental, 1 Supercopa Europea y 4 Supercopas Italianas. Con su selección, ha participado en 4 Eurocopas y 3 Mundiales (todas las competiciones internacionales posibles desde 1996 hasta 2008), sie
ndo parte importante del combinado que consiguió el Campeonato del Mundo de 2006.

Como el buen vino, parece que “Pinturicchio” mejora con el paso de los años. Se trata del jugador con más partidos disputados con la camiseta de la Vecchia Signora (645) y el que más goles ha marcado para ese histórico conjunto (277). Porta el brazalete de la Juve con la confianza y el carisma de quienes lo han dado todo por unos colores, es uno de los sím
bolos de una generación de jugadores.

La Juve no atraviesa uno de sus mejores momentos, pero la temporada está comenzando y, con los fichajes de Krasic, Quagliarella y Aquilani, entre otros, aún pueden vengarse del Moggigate y de las acusaciones que desde entonces se han vertido sobre ellos. No esperen que su capitán vuelva a ser elegido Mejor Jugador o acabe siendo Máximo Goleador del Calcio. Él no está para eso. Él está para poner la clase y enseñar a los más jóvenes la manera de ganar títulos. Él es el hombre que enamoró a la “Vieja Señora” que viste de blanquinegro. Alessandro Del Piero.


jueves, 14 de octubre de 2010

La confianza en el campeón


A 31000 pies de altura comienzo esta entrada del blog. La actualidad está salpicada de sangre y tinta a favor y en contra de Contador; no hay respiro, no hay un momento de pausa, y mucho menos cuando se trata del 3 veces campeón del Tour de Francia y campeón de la Vuelta Ciclista a España. La confianza en un deportista es un valor que se otorga tras años de lucha, competición y sufrimiento, mucho más si nos referimos a un ciclista que, por naturaleza, disfruta encima de un sillín subiendo a 2500 metros de altura y no turba el gesto descendiendo a más de 100 km/h aquel mismo puerto que con tesón escaló.

La confianza en Alberto Contador pende de un hilo. La información que el New York Times ha publicado va mucho más allá de un solomillo contaminado con clenbuterol. Y no sólo se duda del hijo predilecto de Pinto. El ciclismo al completo (y más concretamente el ciclismo español) se encuentra en el ojo del huracán. Da la sensación de ser una carrera por conseguir productos que ayuden a mejorar el rendimiento (doping) antes de que haya máquinas que puedan detectarlos, en lugar de ser una carrera por demostrar ser el mejor ciclista del panorama. Ha ocurrido a lo largo de los años con estimulantes, anabolizantes, EPO y demás sustancias. Por desgracia, no parece haber visos de que esta carrera vaya a terminar por un nuevo escándalo como el ocurrido.

No es válida la excusa de que todos van dopados ni la comparación con otros deportes. Si no es posible pedalear durante 21 días para recorrer 3642 km (distancia total del Tour de Francia 2010) a una velocidad media de casi 40 km/h sin “ayuda”, habrá que disminuirlo. No es aceptable escudarse en que en el resto de deportes no se hacen suficientes controles, o que están sometidos a un acoso continuo. Se sospecha de aquel o aquello que crea recelo, que te ha dado motivos para la desconfianza, y son muchos escándalos los ocurridos en los últimos tiempos.

La emoción de ver al “Chava” en el Anglirú, saliendo entre la niebla y adelantando a Tonkov para finalizar con una de las victorias más brillantes de su carrera, los duelos Rominger – Induráin que marcaron a toda una generación y amenizaron las sobremesas de multitud de familias, las imágenes de Perico Delgado, Bahamontes, Ocaña… El ciclismo se recuperará, no cabe ni la más mínima duda, pues no es comparable a ningún otro deporte. Ahora más que nunca, para agradecer todas las sensaciones que sólo ellos han podido proporcionarnos, apoyémoslo.